Al Colón, al Colón: historia del Gran Coliseo

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El edificio del teatro cumple 110 años. Todavía es considerado uno de los coliseos líricos más importantes del mundo junto a La Scala, de Milán, y el Bolshoi, de Moscú, aunque su acústica prevalece por sobre el resto.

En la “belle epoque” nacional, aquella del mítico “Granero del Mundo” y de la frase “Rico como un argentino” que acuñaron los francés en sus diccionarios, el lujo mayor que se dio la Ciudad de Buenos Aires fue la construcción de uno de los teatros líricos más importantes del mundo, al nivel del Bolshoi de Moscú o La Scala de Milán.

El Teatro Colón es reconocido por artistas y directores musicales por su notable acústica y la belleza de su construcción, que cumple precisamente 110 años el 25 de mayo.

Ese día de 1908, el máximo coliseo de Latinoamérica fue inaugurado con la ópera “Aida” de Giuseppe Verdi y reemplazó al antiguo Colón, emplazado en el edificio que hoy ocupa el Banco Nación frente a la Plaza de Mayo.

Esa primera función tuvo una particularidad: mientras en la sala principal la “Gran Compañía Lírica Italiana” interpretaba el clásico de Verdi, los obreros finalizaban el Salón Dorado y las marquesinas de hierro sobre las calles Libertad y Cerrito.

La construcción demandó unos 20 años de trabajo bajo el proyecto inicial del arquitecto italiano Francesco Tamburini, contratado por Julio A. Roca. Sin embargo, tras la muerte del arquitecto en 1891, la obra fue continuada y modificada por uno de sus socios, el también italiano Víctor Meano, célebre diseñador del Congreso Nacional.

Las demoras no finalizaron allí, ya que Meano falleció en 1904 y fue reemplazado por el arquitecto belga Jules Dormal, quien dejó su sello en el estilo decorativo francés del Colón.

El edificio que ahora cumple 110 años tiene 8.202 metros cuadrados, de los cuales 5.006 corresponden al edificio central y 3.196 a dependencias bajo nivel del pasaje Arturo Toscanini, paralelo a la calle Viamonte.

La superficie cubierta alcanza los 37.884 metros cuadrados, pero las ampliaciones realizadas posteriormente a finales de la década del ’60 le sumaron 12.000 metros cuadrados.

La sala principal, en forma de herradura, cumple con las normas más estrictas del teatro clásico italiano y francés, y tiene una capacidad total de 2.478 asientos. No obstante, pueden presenciar los espectáculos alrededor de 500 personas de pie.

En su inauguración, la cúpula poseía pinturas del decorador francés Marcel Jambon, pero en la década de 1960 se decidió pintarla nuevamente y el trabajo le fue encargado al pintor argentino Raúl Soldi, otra de las “joyas” del Colón.

El foso de la orquesta posee una capacidad para 120 músicos y está tratado con cámara de resonancia y curvas de reflexión del sonido, lo que proporciona, según los expertos, una “acústica excepcional”, reconocida mundialmente como una de las más perfectas.

El tenor alemán Jonas Kaufmann, célebre por sus interpretaciones de “Werther”, “Parsifal” y “Siegmund y Lohengrin” se deshizo en elogios luego de actuar en el coliseo argentino. Cuando la televisión francesa le preguntó por la mejor sala para un tenor, no dudó: “Quiero decir que el teatro más fascinante, el de la acústica más perfecta es el Teatro Colón de Buenos”.

“¡Increíble! ¡Una acústica soñada!”, la definió. Pavada de elogio para el viejo coliseo.

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