Mire que es lindo mi país, paisano

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La aparición de esta nueva edición del calendario justifica un comentario a algunas de sus emblemáticas fotos.

Las del título son las primeras palabras de la popular canción del recordado Argentino Luna, que se me ocurren para calificar el almanaque del corriente año que, siguiendo una larga tradición Ernesto Damerau, de Editorial Maihuen S.H. (maihuensh@yahoo.com.ar), acaba de editar con una excelente supervisión de Sofía le Comte.

A través de los doce meses del año, más la portada, este calendario muestra distintos paisajes del país y, a modo de muestra, vamos a comentar tres de esas imágenes.

La primera es la manzana jesuítica en Córdoba capital, con una toma de la iglesia de la Compañía de Jesús, orden religiosa que llegó a esa ciudad en 1589 con el RP Juan Romero, de larga y fecunda acción evangélica y educacional en estas tierras. El templo, que data del 1671, es una verdadera joya arquitectónica. No podemos omitir que en 1613 el obispo fray Hernando de Trejo y Sanabria, trasladó los estudios superiores a Córdoba, instalándose allí la primera universidad de nuestro país, conocida tradicionalmente en su honor como la Casa de Trejo, ya que no sólo tuvo la idea sino que la dotó económicamente para establecerla. Tampoco podemos dejar de recordar al Colegio Máximo de Monserrat, que si bien comenzó a funcionar en otro solar, fue trasladado allí en 1782, desde donde sigue impartiendo educación a los jóvenes estudiantes.

La Manzana Jesuítica fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2000. En su ámbito se encuentran, además del Monserrat, la sede del antiguo rectorado de la Universidad de Córdoba convertido en museo, la Biblioteca Mayor de la Universidad Nacional de Córdoba, la Residencia, la Capilla Doméstica y la mencionada iglesia de la Compañía.

La otra foto es la de la capilla de Yavi, que fue asiento del único marquesado que se creara en el territorio de lo que es nuestra República Argentina. El templo, dedicado a San Francisco, fue consagrado en 1680 y la construcción fue iniciada por los herederos de Bernardo de Ovando. Uno de ellos, don Juan José Fernández Campero, primer Marqués del Valle del Tojo, dotó al templo de los retablos y pinturas que actualmente pueden observarse y que fueron traídas desde el Alto Perú, lo mismo que los objetos de culto, para los oficios y la evangelización de los indios otorgados en encomienda.

Finalmente el almanaque incluye una vista de la Plaza de Mayo, del antiguo edificio de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos y exjefatura del gobierno porteño. En ese solar que abarca el primer tramo de la actual calle Bolívar, hoy con entrada al edificio por el número 1, existió la casa que se le regaló al general José de San Martín por sus victorias de Chacabuco y Maipú, como lo recuerda una placa ubicada en el edificio.

Según el lista de los sujetos obligados a la contribución directa, la casa que había sido de don Pedro Duval, al lado de la Jefatura de la Policía, ubicada en la calle de la Catedral No 80, abonaba apenas 50 pesos.

A la excelencia de las ilustraciones, cabe sugerir para una nueva edición un breve comentario sobre ellas que servirá para difundir aún más entre argentinos y extranjeros la historia o la razón de ser de las fotos. Sin duda, este almanaque es uno de los lujos editoriales del país.

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