A menudo infravalorado, el líder republicano en el Senado será recordado como el héroe inesperado de la causa conservadora.
Desde el siglo XV, la idea de la muerte aparece representada en el arte como una figura esquelética encapuchada vestida con una túnica negra y armada con una guadaña. Pero si hoy en día alguien en Washington cita a la Parca por su nombre en inglés, Grim Reaper, es probable que no piense en la fantasmagórica figura sino en un político de 77 años de aire lacónico que hace las delicias de los caricaturistas.
Bajo tan inofensiva apariencia se oculta uno de los hombres más ambiciosos y poderosos de la política estadounidense de las últimas décadas: Mitch McConnell, el líder de la mayoría republicana del Senado.
La destitución de Donald Trump es el último de los sueños demócratas que McConnell se dispone a liquidar. Su rastro de víctimas es largo pero ese apodo se lo puso él mismo hace un año cuando los demócratas recuperaron el control de la Cámara Baja del Congreso y les avisó que no se hicieran ilusiones, porque no iba a permitir que ninguna de sus iniciativas se convirtieran ley.
“Si sigo siendo el líder el año que viene, ninguna de esas leyes van a ser aprobadas por el Senado. Piensen en mí como la gran Parca, como el tipo que va a asegurarse de que el socialismo no llegue a la mesa del presidente”, dijo.