Este domingo se define el campeonato que desde hace varias carreras miran no solo los fanáticos del automovilismo sino todos los amantes del deporte. ¿Por qué ocurre este fenómeno?
El próximo fin de semana en Abu Dhabi, la capital de Emiratos Árabes Unidos, se definirá la temporada más apasionante de la Fórmula 1 en lo que va del siglo XXI.
El británico Lewis Hamilton (36), siete veces campeón del mundo, y el neerlandés Max Verstappen (24), quien busca su primera corona, llegan a la última fecha del campeonato con la misma cantidad de puntos después de 21 carreras, así que quien llegue adelante del otro en el circuito Yas Marina será el campeón.
El domingo pasado, Hamilton ganó en Qatar y alcanzó al joven de Países Bajos en la tabla de posiciones luego de una carrera en la que se tocaron tres veces, incluida una frenada alevosa de Verstappen -“disfrazada” de una devolución de posición para evitar una sanción- que casi provocó un fuerte choque entre ambos.
En las últimas carreras, el experimentado británico demostró que su mayor cualidad es su fortaleza mental al evitar caer en los roces que le propuso su rival, que parece haber perdido la solvencia que tenía en la primera mitad del año y que le permitió liderar el campeonato de pilotos hasta la próxima carrera.
Sí, a pesar de estar iguales en puntos, Verstappen lleva la delantera porque ganó nueve grandes premios en el año contra ocho del emblema de Mercedes. Así que si en Abu Dhabi ambos abandonan, el piloto de Red Bull se alzará con el título.
Esta posibilidad, después de los “autazos” en Qatar y en Brasil, aumenta las posibilidades de una definición con los dos autos afuera de carrera por un choque adrede.
Dos gigantes de la Fórmula 1 como Ayrton Senna y Alain Prost definieron así los títulos de 1989 y 1990, la primera vez a favor del francés y la segunda para el brasileño.
No stone is left unturned in the title fights we’ve witnessed before ðŸ˜ÂÂÂÂÂÂÂÂ…
Especially in this epic battle between Alain Prost and Ayrton Senna in 1989! 👀#F1 #HistoryAwaits pic.twitter.com/AeSj4DvxFQ
— Formula 1 (@F1) December 2, 2021
In 1990, Ayrton Senna knew he would win the F1 World Championship if Alain Prost didn’t finish.
And in the first corner he made sure Prost… didn’t finish.
Max Verstappen on Lewis Hamilton next week?pic.twitter.com/viXuW1zj75
— Sam Street (@samstreetwrites) December 5, 2021
La comparación con aquellos dos colosos de una época dorada de la máxima categoría no queda grande para lo que protagonizaron Hamilton y Verstappen este 2021.
El sitial de Hamilton como mejor piloto de la F1 por primera vez estuvo en discusión. Con la irreverencia de su juventud, y con un auto a la altura del Mercedes, el neerlandés peleó de igual a igual sin pensar en los pergaminos de su rival. Le “faltó el respeto”, deportivamente hablando, que es lo que hay que hacer para poder ganarle a una leyenda como Hamilton.
El campeonato se puso al rojo vivo en el Gran Premio del Reino Unido, cuando el heptacampeón lo sacó de pista con un toque pero recibió una sanción tan suave que igual le permitió ganar la carrera de local.
En Italia llegaron apretados a la primera chicana de la tradicional pista de Monza y el auto de Verstappen terminó literalmente montado sobre la máquina germana de Lewis. A partir de allí, fue una rivalidad encarnizada carrera a carrera, tanto en la clasificación como en las tandas de entrenamientos.
Ambos pilotos son tendencia en redes sociales cada domingo que hay carrera. Y han logrando que gente que no es “fierrera” se haya sumado a la TV en las últimas para verlos en esa guerra sin cuartel que se ha desatado y tendrá su batalla final este fin de semana.
Allí radica el éxito de la F1 este año, el mejor desde que en 2016 la empresa estadounidense de medios de comunicación controlada por John C. Malone, Liberty Media, le compró los derechos de la categoría al legendario Bernie Ecclestone.
Este 2021 de pandemia se logró construir -también mediante sanciones o “vista gorda” de la Federación Internacional del Automóvil (FIA)- una historia de héroe y villano para que el público le calce ese rótulo a quien quiera de los dos contendientes.
Y esta rivalidad que parece más allá de las pistas es lo que le faltaba al deporte mundial. La Fórmula 1 salvó a los fanáticos de lo que le sobra al fútbol, al boxeo, al tenis y más: una notable falta de competitividad.
Desde que Lionel Messi y Cristiano Ronaldo dejaron de jugar en la misma liga se perdió ese competencia que potenció a ambos hasta juntar, por ejemplo, doce Balones de Oro entre los dos cracks.
Ahora, con el capitán de la Selección Argentina compartiendo equipo en París con dos que quieren desbancarlo, Neymar y Kylian Mbappé, se hace difícil pensar en una competencia individual cuando tiran los tres para el mismo lado.
En el tenis, Novak Djokovic le sacó mucha diferencia a los ya más veteranos Roger Federer y Rafael Nadal, disminuidos por las lesiones. El suizo y el español protagonizaron las más apasionantes definiciones del “deporte blanco” pero ya no le ganan a los jóvenes de la nueva generación tan fácilmente como para enfrentarse entre ellos o con Djokovic en una final de Grand Slam.
La diferencia que sacó en los últimos años Floyd Mayweather a todos sus oponentes hizo que nunca estuviese en duda el cetro de “mejor boxeador libra por libra” que anima las discusiones de café, “ring-side” o de la popular. Hoy por hoy no se discute que el mexicano Saúl “Canelo” Álvarez es el mejor pugilista de la actualidad, pero nadie le hace cosquillas a la hora de enfrentarse en el cuadrilátero. No se pide una saga como la de Alí y Frazier o los maravillosos ’80 de “Sugar Ray” Leonard, la “Cobra” Hearns, Marvin “Marvelous” Hagler y “Mano de piedra” Durán, pero no hay rivalidades.
¿Alguien duda de que Lebron James es el mejor basquetbolista del mundo? Casi nadie levantaría la mano. Como Michael Jordan en los ’90, le saca un campo de ventaja a sus coetáneos, pero “Su Majestad” batallaba noche a noche contra titanes como “Magic” Johnson, Larry Bird, Isaiah Thomas, Reggie Miller, Karl Malone, Gary Payton, Patrick Ewing, Clyde Drexler. Y la bronca seguía afuera del parquet. Por años. Hoy (tal vez sea un mejor ejemplo) Lebron es amigo (o al menos se lleva bien) con Stephen Curry, Kevin Durant, Giannis Giannis Antetokounmpo y otras estrellas del firmamento de la NBA.
El golf ni siquiera tiene hoy una figura mediática que convoque a gente que no sea “del palo”, como lo hacía Tiger Woods en su época de gloria. Ni qué hablar de un duelo como el de Jack Nicklaus con Arnold Palmer.
El tenis femenino nunca pudo encontrar contendientes de fuste para las hermanas Venus y Serena Williams y la irregularidad de todas sus protagonistas hace imposible que crezca un enfrentamiento duradero que atrape al público como la de Steffi Graf contra Martina Navratilova o Mónica Seles, por ejemplo.
El mundial de ajedrez que se está disputando entre el noruego Magnus Carlsen y el ruso Ian Nepomniachtchi hace extrañar horrores los duelos tremendos entre Anatoli Karpov y el “genio de Bakú”, Garry Kasparov.
Incluso el retiro este año del motociclista italiano Valentino Rossi marcó el final de una era que tuvo en su duelo con el español Marc Márquez lo mismo que tienen hoy Hamilton y Verstappen: el condimento extra que le da a su actividad un sabor especial que atrae no solo a propios sino también a extraños. Y que es la esencia del deporte: ver a dos atletas darlo todo por superar al otro (y sobre todo a sí mismos) para ser el mejor. ¿Quién lo será este domingo en la Fórmula 1? Sea quien sea, gracias a los dos.