Francois Baroin lo dijo en Brasil, donde prepara el encuentro que se celebrará en Cannes. Francia y Alemania impulsan ese impuesto y el FMI lo admite con reservas.
El debate sobre la instauración de una tasa a las transacciones financieras formará parte en la agenda de la próxima cumbre del G-20, que se celebrará en noviembre próximo en Cannes, Francia, informó hoy (lunes 29) en Brasilia el ministro de Economía francés, Francois Baroin.
\”Hemos colocado esta cuestión en el orden del día del G-20\”, que reúne a las grandes naciones industrializadas y a las emergentes. \”Hay dos perímetros de discusión: europeo e internacional\”, explicóo Baroin en declaraciones a la agencia AFP antes de reunirse con el ministro brasileño de Hacienda, Guido Mantega.
El proyecto de tasa fue puesto sobre la mesa para los europeos a mediados de agosto por el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y la canciller alemana, Angela Merkel, y una propuesta en ese sentido será presentada a la Comisión Europea en septiembre por los ministros de Finanzas de ambos países.
Ese impuesto, conocido también como \”Tasa Tobin\”, sería un leve porcentaje que se aplicaría a los flujos de capitales para disuadir a los especuladores y generar recursos financieros.
El debate está siendo llevado también al seno del G-20 para ver si \”hay un consenso\” para medidas \”de esta naturaleza\”, explicó el ministro.
\”La posición francesa es favorecer una discusión común, si es posible más consensuada, alrededor de este principio\”, añadió.
Bajo presidencia francesa, la próxima cumbre del G-20 prevista para los días 3 y 4 de noviembre, tiene como objetivo \”impulsar un crecimiento fuerte, durable y equilibrado\” de la economía mundial. La estabilidad financiera es un objetivo para el que la tasa puede ser \”una herramienta\”, aunque \”no la única\”, indicó Baroin.
El funcionario galo consideró además que Brasil puede ser \”un apoyo interesante y activo para la tasa en el G-20\”.
Brasil ha venido aplicando un impuesto a las operaciones financieras, conocido como IOF, que pretende enfrentar a los flujos económicos especulativos que favorecen la sobrevalorización del real frente al dólar.
Esta medida, que antaño hubiera levantado la oposición frontal de la ortodoxia financiera, fue admitida por el Fondo Monetario Internacional (FMI), aunque con reservas.