Estados Unidos: A 16 semanas de la elección más importante del mundo

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Los republicanos detrás de Donald Trump y los demócratas de Joe Biden enfrentan un final de campaña a toda orquesta. Los estados en disputa, las diferencias y las estrategias para resolver quién será el nuevo mandatario.

Monedas más, monedas menos, gran parte del año pasó como en cámara lenta a resultas de la pandemia generada por el Covid-19 y ya estamos casi a las puertas de la elección más importante del planeta.

El martes 3 de noviembre, en poco más de quince semanas, el pueblo de Estados Unidos tendrá su cita en las urnas para elegir al Presidente del país económica y militarmente más poderoso del mundo en unos comicios que no son obligatorios y se desarrollan en un día laborable, y en los participa en general un tercio de los ciudadanos aptos para hacerlo.

¿Cómo se elige al Presidente en EEUU?

Como en nuestra vieja Constitución (antes de la reforma de 1994), el sistema electoral de EEUU es indirecto: los votantes eligen electores por cada estado, los que luego eligen al Presidente a través del Colegio Electoral.

Sin embargo, y como una gran diferencia que hace tan peculiar al sistema electoral estadounidense, mientras que en nuestra antigua Carta Magna los electores se elegían proporcionalmente según los votos recibidos por cada partido intra-estados, en EEUU quien gane en un estado -aunque sea por un voto-, obtiene todos los electores que corresponden a ese estado. Esto es así en los 50 de los 52 estados y las excepciones son Maine y Nebraska, que envían muy pocos electores y los dividen conforme el resultado de elecciones distritales directas.

Es decir, la regla general es que el ganador se lleva todo (“winner takes all”), lo que convierte cada elección en una singular batalla cuerpo a cuerpo dentro de cada estado para llegar al total de los 270 electores necesarios para elegir al Presidente dentro de un Colegio Electoral que, desde 1964, tiene 538 miembros.

Estados sólidos–estados oscilantes

Por ende, cada elección estatal es una batalla distinta dentro de la “gran” guerra que se desarrolla nacionalmente. Y como la inmensa mayoría de los estados tienen históricas predilecciones “azules” (demócratas) o “rojas” (republicanos), los estrategas de campaña de los candidatos tienden a concentrar sus esfuerzos y recursos en aquellos estados que suelen oscilar históricamente entre ambos grandes partidos.

Estos se conocen como “swing states” (estados pendulares) y en la jerga común de los analistas de campaña. Suelen denominarse “battlegrounds” (campos de batalla) ya que son los que habitualmente inclinan la balanza en el Colegio Electoral hacia uno u otro partido.

No siempre los “swing states”  o “battlegrounds” son exactamente los mismos que en la elección precedente, pero casi siempre hay un puñado de Estados que suelen estar entre ellos con seguridad y representan una gran cantidad de votos en el Colegio Electoral, por lo que resultan definitorios para decidir el resultado final de la elección.

Así, el prestigioso website FiveThirtyEight, dirigido por el especialista en estadísticas y periodista Nate Silver, suele anotar entre los históricos “swing states” a algunos importantes estados cuyos votos electorales figuran entre paréntesis: Pensilvania (20), Florida (29), Michigan (16), Wisconsin (10) , Colorado (9), Iowa (6), Minnesota (10), Nevada (6), New Hampshire (4), Ohio (18), North Carolina (15) y Virginia (13). Parte del hecho de que son aquellos en que en las últimos comicios los resultados resultaron usualmente muy apretados (“too close to call”) y, además, cambiantes entre “azules” y “rojos”.

Como vemos, los estados pendulares representan 156 votos electorales siempre absolutamente decisivos para ungir al siguiente inquilino de la Casa Blanca. Los restantes 382 votos electorales se reparten con regularidad histórica entre estados demócratas y republicanos.

Los demócratas tienen sus principales bastiones en las costas Este y Oeste (con California (55) y Nueva York (29) a la cabeza, respectivamente, y los republicanos tienen amplio dominio en los estados del Centro del país con Texas (38) como bastión y a excepción de la sólidamente demócrata Illinois (20), en el centro-norte.

¿Cómo están las cosas hoy?

La casi totalidad de las encuestas nacionales de intención de voto marcan una tendencia que comenzó con 5-6 puntos favorables al demócrata Joe Biden hace un par de meses y se ha ido consolidando y ampliando paulatinamente a su favor hasta reflejar una sólida ventaja que promedia los 9-10 puntos porcentuales nacionales al día de hoy.

Los datos son consistentes y muestran un agotamiento de ciertos sectores del electorado conservador moderado que acompañaron mayoritariamente a Donald Trump en 2016, especialmente en los mayores de 65 años, que están cansados de la tensión permanente que genera el Presidente y pretenden una América más “tranquila”, y a los cuales Biden no les genera el rechazo que les generaban Barack Obama y Hillary Clinton.

Es difícil encontrar ángulos donde golpear a Biden y -generalmente- los golpes sobre “el bueno de Joe” generan más rechazo que aceptación dada su sólida trayectoria como demócrata moderado y educado.

Tampoco en líneas generales están conformes con el manejo de la pandemia generada por el Covid-19, en la que Trump no sólo tuvo muchas idas y vueltas sino también contradicciones con muy respetados expertos como el titular desde 1984 del National Institute of Allergy and Infectious Diseases (NIAID), Anthony Fauci, desde enero integrante de la White House Coronavirus Task Force. Particularmente, los medios -casi de manera monolítica en contra del magnate inmobiliario neoyorquino- han destacado esta semana que Trump se decidió por desplazar a Fauci de su círculo por la notable -y a veces hasta grotesca- distancia que mantiene de sus posiciones sobre la crisis sanitaria.

También han contribuido los ataques de Trump contra el movimiento “Black Lives Matter”, nacido a consecuencia del asesinato del afroamericano George Floyd a manos de la Policía de Mineápolis, Minnesota. El mandatario no ha sido lo suficientemente claro para condenar a los grupos supremacistas blancos y ha generado impactos profundos en muchos estados, además de apoyos de vastos sectores blancos moderados.

Las cuestiones y grupos sociales que sostuvieron la carrera de Trump por la Presidencia en 2016, la mayoría de ellas hoy están en debate o con clara una tendencia en su contra. Tal vez el único punto -y muy importante, por cierto- en el que aún sostiene una ajustada ventaja sobre Biden es en cuanto a su capacidad de manejar la economía. Empero, esta cuestión también se muestra compleja puesto que el mal manejo de la pandemia y de las cuestiones raciales que resurgieron a partir del asesinato de Floyd complican y retardan la recuperación económica esperada inicialmente por los especialistas.

Los analistas más importantes coinciden en que la campaña de Trump está más cerca de un “punto de no retorno” (algunos le llaman “momento Katrina”, puesto que se está juntando la devastación con la desesperanza), que de la posibilidad de una remontada heroica.

No obstante, debemos tener presente un dato relevante: de las últimas siete elecciones presidenciales, los demócratas ganaron seis en el voto popular nacional -por cantidad de votos válidos- y sólo en cuatro de ellas se impusieron en el Colegio Electoral, mientras que los republicanos habiendo ganado sólo una elección en la suma de votos, se impusieron en tres ocasiones en el Colegio Electoral.

La batalla por el Colegio Electoral

Es decir, las encuestas nacionales son un dato necesario pero no suficiente para predecir el resultado final. Veamos, pues, la situación hacia adentro de los estados.

La situación fuera de los “swing states” es la de siempre en los últimos años, con claras tendencias demócratas y republicanas en casi todos aquellos que siempre las han tenido. Salvo algunas “curiosas” excepciones que luego analizaremos en particular.

Sin embargo, la situación dentro de los “battlegrounds” merece un análisis más profundo y una comparación con la situación en los principales de ellos respecto de hace cuatro años.

The Cook Political Report, el respetadísimo portal conducido por el analista político Charlie Cook, informa que al pasado miércoles 15, Biden estaría obteniendo 279 votos electorales contra 187 de Trump, hallándose virtualmente en situación de empate en cuatro estados que representan 72 votos electorales. Esto computando los estados con clasificación de “sólido”, “probable” y “delgado” a favor de ambos, según el margen que muestran las encuestas

Por su parte RealClearPolitics.com, con una posición un poco más cautelosa, sostiene que Biden estaría asegurándose 222 votos electorales contra 115 de Trump, con 201 votos aún en disputa abierta.

Esto es, el primero predice que Biden ya tiene al día de hoy mayoría en el Colegio Electoral, mientras que el segundo sostiene que Biden será presidente con sólo obtener 48 de los 201 votos en disputa (o sea, el 24%). El segundo grupo de analistas especializados coincide, no obstante, en que exvice de Obama lleva ventaja en la mayoría de los estados en disputa, alguno de ellos “insólitamente” disputados hoy, como Texas, de larga y sólida tradición republicana.

El editor de The Cook Political Report, en una nota publicada el último 14 de julio titulada “It´s Getting Late Early for the Trump Campaign” (“Se está haciendo tarde tempranamente para la campaña de Trump”) sostuvo que “a fines de marzo, un punto en que había menos de 18.000 casos reportados de Covid-19 en EEUU Trump se enfrentaba a una desafiante campaña de reelección, que iba de 4 a 6 puntos por detrás de Joe Biden. Era una carrera cuesta arriba, pero todavía estaba en una posición competitiva. Hoy, está cerca de 8 o 9 puntos por debajo, detrás en los seis estados clave del “campo de batalla”: Arizona, Florida, Michigan, Carolina del Norte, Pensilvania y Wisconsin. Incluso en estados que no debería preocuparse como Georgia, Iowa, Ohio y Texas, no está mejor que empatado”.

Usualmente, así como los demócratas desde hace muchos años prácticamente computan como ganada la más populosa California, con sus poderosos 55 votos electorales apenas cierra el horario electoral, los republicanos venían haciendo lo propio con “The Long Star Estate”, Texas, un bastión “rojo” con 38 votos electorales, lo que ha provocado que muchos analistas consideren que “si Texas es competitiva, Trump está en serios problemas”.

A pesar de esto se debe tener presente un dato fáctico relevante que suelen resaltar -dada la particular conformación del Colegio Electoral- los estrategas republicanos siempre con la frase “el voto nacional y 5 dólares, sólo te dan un café en Starbucks”: los ineficientes patrones de votación de los demócratas.

Mientras estos acumulan grandes márgenes de votos en California, Nueva York e Illinois, los republicanos ganan sus estados más poblados con márgenes más bajos, “desperdiciando” menos votos. De allí que Hillary y John Kerry, pese a ganar en el acumulado del voto popular nacional, sólo se quedaron con aquel café en Starbucks.

Pero, ¿cuál es la situación hoy en los “battlegrounds”?

Vayamos a los más grandes y decisivos.

Pensilvania (20 votos electorales)

En 2016, Hillary estuvo arriba de Trump la mayor parte de la campaña, iniciando el último mes con un margen favorable de 3 a 4% sobre su rival. Finalmente, esa distancia se fue reduciendo pero se mantuvo hasta los dos o tres días previos a la elección, en la que Trump terminó prevaleciendo por 48,2% a 47,5% (0,7 décimas).

En la actualidad, según el promedio de encuestas que publica RealClearPolitics, Biden se impone por unos holgados 7,8 puntos. Similar margen promedian los reportes de FiveThirtyEigth (7,7%) y ambos ubican el conteo cómodamente a favor de Biden.

Florida (29 votos electorales)

Importantísimo e histórico “swing state”, que tiene a los estadounidenses acostumbrados a esperar hasta que se cuente el último voto para adjudicarle la victoria a uno de los bandos, e incluso ha definido la victoria de George W. Bush  contra Al Gore en aquella épica batalla legal que terminó en la Suprema Corte en 2000.

Este elección tiene todos los ingredientes para el suspenso: un importante electorado de origen cubano, profundamente anticastrista e históricamente pro-republicano; una inmensa cantidad de jubilados radicados en algunos condados en busca del sol y el buen clima; un enorme electorado latino en general en el sur y un fuerte electorado estadounidense conservador en el norte.

En 2016 se impuso Trump por 48,6% contra 47,4% de la exsecretaria de Estado de Obama. Es decir, por apenas 1,2 puntos de diferencia.

Ahora todas las encuestas coinciden en una ventaja promedio consistente de 6,4% (RealClearPolitics) a 6,8% (FiveThirtyEigth) a favor de Biden. Cautelosamente, ambos coinciden también en mantener al estado en la categoría de “indefinido” (“toss-up”) dada la larga tradición de conteos con final electrizante.

Michigan (16 votos electorales)

En 2016 este estado del Norte-centro arrojó el escrutinio más apretado del país. Finalmente, y en una larga noche, Trump terminó ganando por apenas 0,3% de los votos (47,3 a 47%) sobre Hillary.

Según todas las encuestas publicadas, Biden se ha mantenido firmemente arriba de Trump durante todo este caótico año, con promedios que hoy llegan a 7,7% de los votos a favor del candidato demócrata, según RealClearPolitics, e incluso de 9,1% de acuerdo a las que publica FiveThirtyEigth. Un duro pronóstico para Trump.

Minnesota (10 votos electorales)

Ubicado en el Centro-norte de EEUU y vecino de Wisconsin, exhibió en 2016 una paridad casi total entre los candidatos demócrata y republicano. Finalmente terminó imponiéndose Hillary por 46,9 a 45,4% de Trump, lo que supone unos exiguos 1,5 purntos de diferencia, en sentido opuesto a la obtenida por los “rojos” en Florida.  

Durante la última parte de 2019 y todo 2020, los demócratas se han mantenido delante de Trump en las encuestas. Tanto Sanders como Klobuchar, Warren y Biden (durante el curso de la primaria del Partido Demócrata), figuraron arriba de Trump.

Las últimas encuestas publicadas por FiveThirtyEigth y RealClearPolitics otorgan una ventaja a Biden de 16 puntos sobre el jefe de la Casa Blanca entre los votantes registrados del estado. Pronóstico de “knock out” demócrata sobre los republicanos.

Arizona (11 votos electorales)

En la última elección presidencial, Trump se impuso por 48,1 sobre 44,6% de Hillary (3,5 puntos de diferencia) en este estado del sur con fuerte presencia latina. Hoy el promedio de los sondeos entre votantes registrados lo ubica entre los estados “sin definición” aún, con una leve ventaja sostenida en 2020 de Biden sobre Trump de entre 2 y 3 puntos. Un escaso margen aún para hacer pronósticos ya que están dentro de los márgenes de error estadísticos.

North Carolina (15 votos electorales)

En 2016 los republicanos prevalecieron según su tradición en las elecciones anteriores, imponiéndose: Trump obtuvo el 49,9 por ciento de los sufragios contra el 46,2 de Clinton con una distancia de 3,7 puntos.

North Carolina es una de las curiosidades de la actual disputa electoral ya que, insólitamente, Biden se ha mantenido en los últimos meses por delante de Trump con cifras que promedian apretadamente los dos puntos (RealClearPolitics) contra 2,9, según las encuestas de FiveThirtyEigth.

Al igual que Arizona, tiene pronóstico reservado aún dada su tradición leve pero sostenidamente favorable a los republicanos, cuyo aparato electoral siempre formidable sabe trabajar estas elecciones reñidas. North Carolina es considerada hoy el “firewall” de los republicanos. Si allí son derrotados, la catástrofe estará cerca.

Georgia (16), Iowa (6), Ohio (18) y Texas (38)

Estos estados representan 78 votos electorales, en conjunto, y en todos ellos Trump ganó en 2016 por entre 5 y 9 puntos porcentuales. Difícil imaginar un escenario de derrota republicana puesto que son estados con larga tradición “red”.

Sin embargo, dentro del marco general en que nacionalmente se evalúa la gestión de Trump, algunos de estos estados aparecen hoy insólitamente disputados.

Por ejemplo Texas, donde en 2016 los republicanos se impusieron por 52,6% contra 43,4% de los demócratas (9,2%). Actualmente el promedio de encuestas arroja márgenes muy escasos: 0,2 puntos en promedio para Trump, según RealClearPolitics, y 0,3 para el mismo, según FiveThirtyEigth. Un horizonte aterrados para los estrategas republicanos.

En Georgia, Trump se impuso en 2016 por 50,5% sobre 45,4% de Hillary (5,1 puntos de diferencia), mientras hoy las encuestas le asignan un triunfo de entre 0,9 (FiveThirtyEigth) y 3 puntos (RealClearPolitics).

En Ohio, hace cuatro años se impuso Trump por 8,1 puntos (51,3 contra 43,2%), pero ahora, según el promedio publicado en FiveThirtyEigth, Biden estaría ganando por 2 puntos y, según RealClearPolitics, por un punto. Aquel enorme margen de 2016 se esfumó.

Algunas conclusiones parciales

Mientras los demócratas hoy contienen la respiración y llaman a no dar nada por ganado, los republicanos intentar encontrar un hilo de campaña que los lleve a revertir el sombrío escenario que enfrentan. Como dice Cook, se está haciendo “tempranamente tarde para la campaña republicana”.

Los ataques contra Biden no funcionan entre los conservadores moderados republicanos e independientes, y hasta incluso son contraproducentes.

Trump no ha logrado liderar adecuadamente la crisis generada por el Covid-19, que ha impactado en la pérdida de millones de empleos a lo largo del país, amén de golpear particularmente fuerte a los grupos más vulnerables de afroamericanos y latinos.

Los mayores de 65 años hoy no muestran ninguna inclinación por Trump, como en 2016, y los jóvenes menores de 35 años anticipan un abrumador respaldo a Biden (en ese segmento lidera por 33 puntos de diferencia).

La lucha de los demócratas es para que todos estos grupos vayan a votar, no tanto para convencerlos de votar a Biden. Si van masivamente a sufragar, será contra Trump.

Se muestran “nerviosamente optimistas” frente a la “ola azul” porque que aún duelen las heridas de 2016. Y tienen razón. Nada fue más inesperado que la derrota de Hillary.

El mismo Cook explicó en una nota publicada recientemente que “las encuestas no estaban muy lejos en 2016, tampoco están mal ahora”, explicando como “presumiblemente, un margen de Biden por encima de 4 puntos cubriría mucho mejor una situación que la última vez, cuando el delgado margen de Trump de dos décimas de punto porcentual en Michigan y siete décimas en Pensilvania y Wisconsin (menos de 78.000 votos sobre el total de 137 millones emitidos en todo el país) inclinaron la balanza y el resultado” en el Colegio Electoral.

Mientras tanto, el “Super Pac” pro-Trump “America First Action” está invirtiendo 23 millones de dólares en Pensilvania, Florida, Arizona y Wisconsin pero nada en Michigan, un estado que Trump necesita como el agua para ganar la reelección.

Los demócratas han relegado todo tipo de luchas y diferencias internas y sus estrategas de campaña se concentran en comportarse como si fueran abajo en el resultado electoral. Sin embargo, avizoran un amplio control de la Cámara de Representantes e incluso arriesgan un posible incremento en el Senado, donde el oficialismo actual tiene leve ventaja.

El trofeo mayor, la Casa Blanca, está a la vista. Y pretenden recorrer el sendero con un cauteloso Biden caminando hacia ella como la cabra en la montaña: levantando una pata sólo luego de tener segura las otras.

El establishment demócrata espera un ajuste de las encuestas hacia el verano boreal. Sabe que Trump es capaz de sorprender aunque no ven cómo pueda hacerlo hoy. Saben también de su ilimitada capacidad de usar las herramientas a su alcance. Esperan que el oponente tire la última mano desesperada de nocáut en la pelea que pierde por puntos y se preparan para evitarla. Pero también saben que el escenario se está cerrando a su favor.

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