El personaje que reparte regalos a todos los niños del mundo fue sufriendo grandes transformaciones a lo largo de los siglos.
Los chicos alrededor del mundo ya están esperando la Nochebuena, cuando la tradición indica que Papá Noel recorre el planeta y le deja regalos a los que se portaron bien durante el año.
La figura del hombre gordo y vestido de rojo se repite en la gran mayoría de los países. En Argentina lo conocemos como “Papá Noel”, pero en muchos países es llamada “Santa Claus”.
Para conocer la historia de ese nombre hay que remontarse al año 1624, cuando emigrantes holandeses fundaron en América un asentamiento al que bautizaron Nueva Amsterdam y que, con el tiempo, se convertiría nada menos que en la ciudad de Nueva York.
Junto a otras tradiciones, los colonos solían celebrar el 6 de diciembre un festejo en homenaje a Sinterklaass, según se nombraba en su lengua al obispo milagroso San Nicolás, que es el personaje real que vivió entre el siglo III y el siglo IV que brindó su vida para mejorar la de los niños pobres.
Washington Irving, un célebre y prolífico autor afecto al ejercicio de la sátira, publicó en 1809 un volumen titulado “Historia de Nueva York” en el cual el nombre holandés del santo, deformado en su desprolijo pasaje a la lengua inglesa, se transformaba de Sinterklaass a Santa Claus.
En 1823, el poeta Clement Clarke Moore se basó en el irónico relato de Irving para delinear en verso un perfil en el que ya empieza a reconocerse la versión contemporánea de Papá Noel. Finalmente, el dibujante Thomas Nast concibió para la revista Harpers Weekly la figura de un barbado y sonriente personaje que en las Navidades distribuía regalos entre los infantes.
En cuanto al singular vestuario del personaje, vale la pena aclarar que en gran medida la fuente original no fue otra que el atuendo lucido en su época por San Nicolás de Bari. También allí debe buscarse la predilección por los colores rojo y blanco a los cuales debía sumarse en anteriores versiones el color verde.