El inicio de 2023 no para de traer una mala noticia tras otra en el aspecto económico, con una inflación indomable que acumula 13,1% en el primer bimestre y con 102,5% interanual, con tres cifras que no se veían desde la lejana hiperinflación de la que el país salió en 1991. Paritarias cada vez más cortas para volver a discutir porque es imposible calcular cuánto se atrasarán los sueldos en unos meses, aumentos de transporte mensuales según el índice de precios al consumidor del Indec porque el Estado no quiere aumentar el subsidio a colectivos y trenes, incremento en las facturas de luz, gas y agua por el mismo motivo para tratar de conservar el bien escaso en el que se transformaron los dólares y una sequía histórica que funciona como un torniquete que no deja entrar divisas a causa de un muy menor nivel de agroexportaciones al esperado son ingrediente de un tsunami que el presidente Alberto Fernández y el ministro de Economía, Sergio Massa, intentan surfear de cara a las elecciones del segundo semestre.
¿Hay buenas noticias para dar en el aspecto económico? Los datos deben ser analizados y por ende, vienen con atraso al paso del calendario. Y con todo lo expuesto en el primer párrafo, el cierre del año 2022 parece haber quedado muy lejano en la vivencia del día a día entre quienes ven mermados sus ingresos y deben reducir gastos que no son sustanciales, entre quienes cuentan las monedas para llegar a fin de mes y quienes directamente no llegan.
En ese marco, parece poco resaltar que el Indec informó este miércoles que el Producto Bruto Interno (PBI) creció durante el año pasado 5,2% y que el índice de desocupación bajó al 6,3% al término del 2022, siete décimas menos que el 7% registrado en similar período de 2021.
Además, el PBI del cuarto trimestre del año pasado fue 1,9% superior al de igual período del 2021, mientras que se ubicó 1,5% por debajo del tercer trimestre de 2022.
El Indec dio cuenta que durante el cuarto trimestre del año pasado se observó un incremento de 0,1% en la formación bruta de capital fijo, al tiempo que el consumo privado creció 5,1%, el consumo del sector público descendió 2,1%, y las exportaciones de bienes y servicios reales registraron un aumento de 8,6%.
En términos desestacionalizados, con respecto al tercer trimestre de 2022, las importaciones cayeron 8,6%, el consumo privado registró un descenso de 1,5%, el consumo del sector público bajó 0,3%, las exportaciones subieron 8,7% y la formación bruta de capital fijo registró una merma de 7,2%.
En cuanto a la desocupación, respecto al tercer trimestre del año pasado, cuando el nivel de desempleo fue de 7,1%, el período octubre-noviembre-diciembre de 2022 también marcó una disminución de ocho décimas de punto.
Por su parte, la subocupación demandante, que comprende a las personas que trabajan hasta 35 horas semanales y quiere sumar más horas, alcanzó en el último trimestre del año pasado el 7,1%, por debajo del 8,6% de igual período del 2021.
En tanto, subocupación no demandante, se ubicó en 3,8%, frente al 3,5% del cuatro trimestres del año anterior.
Todas estas variaciones se produjeron en un año en que el Producto Bruto Interno creció 5,2 % y la inflación fue del 94,8%, según datos oficiales.