El sistema electoral que rige en el país, modificado por última vez en la reforma constitucional de 1994, impuso que los comicios presidenciales como los que se desarrollarán este domingo en Argentina incluyan la posibilidad de una segunda vuelta o balotaje.
Para ganar en primera vuelta, una de las cinco fórmulas presidenciales que superaron el piso de 1,5% de los votos en las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) de agosto deberá conseguir en las elecciones generales el 45% de los votos o al menos el 40% de los sufragios y una diferencia de 10 puntos respecto del binomio que se ubique en segundo lugar.
En caso de que ninguna fórmula alcance esos guarismos, se celebrará la segunda vuelta, que la Constitución ordena realizar dentro de los 30 días posteriores a la elección general y que ya quedó establecida para el 19 de noviembre, según el cronograma dispuesto por la Cámara Nacional Electoral (CNE).
En ese caso, se realizaría un nuevo debate presidencial entre los dos candidatos que compitan en la segunda vuelta, previsto para el domingo 12 en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde se realizó el último, el pasado domingo 8 de octubre.
Si bien el sistema de doble vuelta quedó habilitado para las presidenciales de 1995, la primera vez que pudo haber sido utilizado fue en 2003, cuando Carlos Menem consiguió el 24,45% de los votos y Néstor Kirchner el 22.25%, pero el expresidente riojano declinó participar del balotaje y permitió la llegada del santacruceño a la Casa Rosada.
Fue recién en 2015 cuando el sistema fue finalmente estrenado: Mauricio Macri -que había quedado segundo en la general con 34,15 %de los votos tras el 37,08% de Daniel Scioli- se impuso en la segunda vuelta por el 51,34% de los sufragios.