Historias. Monseñor Pablo Cabrera, pionero contra la Leyenda Negra

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Pablo Cabrera nació en la ciudad de San Juan de Cuyo un 12 de septiembre de 1857, siendo sus padres Pablo José Cabrera, chileno, y Melitona Mercado Quiroga, sanjuanina, y hermana, entre otros, de monseñor Eleuterio Mercado quien ejercería su afecto y acompañamiento cuando su joven sobrino sintiera la vocación sacerdotal, para lo cual se trasladó a la ciudad de Córdoba de la Nueva Andalucía, “la docta”, así llamada por ser un foco de irradiación cultural. Allí ingresó al Seminario Conciliar de Loreto en 1870, ordenándose en 1883.

Desde su juventud le interesó tanto la música, la poesía y la representación teatral, componiendo partituras y letras musicales, que el mismo cantaba y obras dramáticas que fueron representadas muchas de ellas por sus alumnas del Colegio de María, de la casa Matriz de las Esclavas del Corazón de Jesús, institución de la cual fue capellán desde 1884 a 1886, según nos ilustra el gran historiador, el jesuita Guillermo Furlong en su libro “Monseñor Pablo Cabrera. Su personalidad. Su Obra. Su Gloria”, publicada en 1945. Pero si algo motivo a Cabrera en su riquísima existencia, fue el de bucear en el pasado de aquella Córdoba, tanto en su periodo prehispánico, durante los años hispánicos y los posteriores a la independencia. Su vocación lo llevó a trabajar en el Archivo de los Tribunales, donde se acopiaban polvorosos expedientes nunca antes relevados, donde cabían sucesiones, ordenanzas virreinales y de los sucesivos gobernadores, asuntos vinculados a encomiendas, al clero, etc. A su vez, fue un precursor en el rescate de mapas, antiguos planos, numismática, vasijas y objetos indígenas, platería colonial, ya sean mates o copones, peinetones que hacían a la coquetería femenina, cuadros, muebles, imágenes, entre otros muchos objetos; es decir todas aquellas prendas o piezas que nos daban una clara muestra de nuestro pasado, de los usos y costumbres de los diversos pueblos indígenas del tiempo prehispánico como durante el mismo. Todo era de interés para el clérigo, que catalogó con minuciosa pulcritud salvando del olvido o de la pérdida todo el acervo cultural que nos dio la identidad de hispanoamericanos.

Cuando recorría, cuenta Furlong, a lomo de mula o a caballo las serranías y zonas rurales cumpliendo su misión sacerdotal, aprovechaba para adquirir objetos y documentos tanto de privados como aquellos que se encontraban en repositorios perdidos en el olvido. Todo este material de documentos y objetos fueron la base patrimonial del Instituto de Estudios Americanos fundado dentro de la Universidad Nacional de Córdoba, heredera de la Universidad fundada por los padres de la Compañía de Jesús a principios del siglo XVII. En 1923, el profesor francés Raymond Ronze visitó la residencia de monseñor Cabrera lindante a la Iglesia del Pilar, nos relata Furlong en la citada obra, reproduciendo lo publicado en el periódico parisino Le Figaro en 1924 por el investigador galo: “En la discreta casita del curato de una Iglesia de la vieja ciudad de Córdoba, vive un sacerdote modesto y sabio. Pasa allí días apacibles entre colecciones que ha formado. Conserva en ella preciosos recuerdos de la época colonial: altares de madera dorada, ingenuas estatuas de santos y santas que los jesuitas veneraban, crucifijos esculpidos en piedra, en marfil o en madera, en los siglos 17 y 18, viejas telas, algunas de las cuales remontaban al tiempo de los Incas, cuadros que adornaban otrora iglesias de la campaña argentina, muebles, marcos ricamente decorados en el estilo de los artistas peruanos y bolivianos del siglo 18(se refiere a la exquisita Escuela Cuzqueña), armarios llenos de mates y espuelas de plata…. “ Entre tantas riquezas acumuladas en un lugar tan estrecho que dificulta el examen en detalle, circula un agil anciano, de noble porte, bajo su negra sotana. Sus ojos brillan con inteligencia y su entusiasmo es juvenil, cuando con mano amorosa de coleccionista y de artista acaricia un objeto precioso. Os lleva con el hasta los arcanos de la historia argentina. Su erudición paciente ha resuelto más de un problema: sobre las etimologías de los nombres indígenas y algunos de sus estudios de toponomástica recuerdan el prudente método de Lounous”. En esta rica y casi fotográfica descripción queda plasmado el amor de monseñor Cabrera por la Historia y la Etnología. En su ardua y vasta tarea historiográfica investigó a diferentes pueblos aborígenes del país como los Lules, Juries realizó aportes sobre los Charrúas, el significado de la palabra Paysandú, hoy relevante ciudad del Uruguay; los Comechingones, los Huarpes, entre otros, en cuyos trabajos monográficos revela sus lenguas, usos, costumbres y tradiciones, las denominaciones que esos pueblos dieron a plantas, ríos, montes o regiones. Constituyen dichos trabajos un exhaustivo empeño de Cabrera por redescubrir el pasado desde lo etnográfico, etimológico-lingüístico y toponímico.

Monseñor Pablo Cabrera

En relación al período virreinal, estudió en profundidad en cómo se desarrolló la educación, el arte, la Universidad jesuítica, la obra de los franciscanos, mercedarios y dominicos, rescatando documentos, muchos de ellos volcados en su obra ”Tesoros del Pasado”, o en “Dos Páginas sobre Arte Colonial”, escritos entre 1913 y 1915.

En 1924 fundó la Junta de Estudios Históricos que presidió y que luego fuera ampliada a Junta de Historia y Numismática Americana, convirtiéndose en la filial cordobesa de la homónima de Buenos Aires.

Sus estudios históricos de investigación que como hemos visto superaron las fronteras del país, hicieron que fuera reconocido en Europa donde la Sociedad Iberoamericana de Hamburgo lo designó miembro honorario en 1920 y años después en 1927, la Sociedad de Americanistas de París lo designó miembro titular a instancias del reconocido etnólogo francés Paul Rivet. En ese mismo año la Universidad Nacional de Córdoba lo distinguió con el título de Doctor Honoris Causa por su dilatada y meritoria labor histórica; un justo reconocimiento a sus trabajos de investigación por el pasado de la ciudad de Córdoba, de la gobernación de Córdoba del Tucumán y de distintas regiones del país, como Cuyo y el noroeste argentino.

Monseñor Pablo Cabrera
Monseñor Cabrera en su casita lindante a la Iglesia del Pilar

Al año siguiente, en 1928, el Círculo Español le tributó un homenaje, señala Furlong, por considerarle el escritor que más hizo por “disipar la Leyenda negra”, ya que su método de investigación se basó en los archivos y documentos, donde estos son los que aportan la verdad, siendo esta suficiente para el engrandecimiento de España y que “para que su labor en América sea considerada tan heroica como inigualada”, tal como lo sostiene el erudito historiador jesuita Furlong.

En sus diversos estudios sobre España en América, fue su fe y la conciencia de Dios, Señor de la Historia, que lo llevó a adentrarse en la acción evangelizadora en estas tierras americanas, desde su publicación sobre los sacerdotes que acompañaron a Cristóbal Colón, como sus estudios sobre la Universidad jesuítica, las Misiones, verdaderos centros de cultura, de respeto a los naturales y de integración, parte de ese fenómeno único e irrepetible en un proceso de conquista que fue el mestizaje cultural y de sangre, dando un perfil singular a esa América Hispana. Se rebelaba monseñor Cabrera ante las simplificaciones que por diversos intereses, tanto intelectuales como políticos se lanzaban contra el legado de España en el período de los reinos de Indias, desmontando con sus estudios las falacias, no reemplazándola por una leyenda rosa, sino suplantando a la mentira con la verdad, todo ello fundamentado en la contundencia de los documentos que blandía en sus monografías como un baldosón documental irrefutable. El recordado historiador, político y diplomático cordobés Ramón J. Cárcano, que supo tratarlo sostuvo con juicio exacto sobre la labor historiográfica de Cabrera: “ Monseñor Cabrera escribe historia, pero no hace filosofía de la historia. Ofrece con esto una prueba de buen gusto. Se contrae especialmente a investigar y exponer hechos, y los hechos se prueban con documentos. En este sentido, monseñor Cabrera es el hombre mejor documentado. Nadie como él ha penetrado en la vida colonial de Córdoba, en forma más profunda y extensa, ni con criterio mejor ilustrado…”. Cuán lejos estaba Cabrera de los pasados y actuales constructores de “relatos”, tan vacíos y desbordantes de posverdades, rebozados de mentiras.

Denise Reyna Berrotarán es autora de una excelente y documentada monografía: “ “En búsqueda de la historiografía cordobesa…Los primeros pasos de monseñor Pablo Cabrera”, presentada como ponencia en la Universidad de Catamarca en 2011, donde además de extenderse en la obra historiográfica de Cabrera, de las influencias de la Escuela Historicista Alemana y la Nueva Escuela Histórica, cuyo gran exponente fue Ricardo Levene, Reyna Berrotarán sostiene con acierto que “el estudio de la era hispana le permitió a Cabrera reivindicar una etapa que había quedado relegada a segundo plano por los historiadores y la que se encasillaba en una “Leyenda Negra” resultante de una nación naciente opuesta al pasado colonial. Así las cosas, monseñor optó por reivindicar la era hispana a través de sus estudios con el acopio documental tan vasto que había realizado y legitimar el lugar de la Iglesia en la evangelización…La reivindicación de la Conquista española le valió que se le otorgara el título de Caballero de la Real Orden de Isabel la Católica en 1930…”

De los más de cuatrocientos escritos, volcados en monografías, conferencias, artículos-muchos de ellos publicados en los periódicos “Los Principios” y “El Pueblo”-, discursos y trabajos de investigación histórica, rescatamos en torno a la defensa del pasado hispano, algunos de ellos:

Melodrama teatral sobre Cristóbal Colón (interpretado por sus alumnas de las Esclavas de María).

Los sacerdotes que llegaron junto a Cristóbal Colón.

Ensayo histórico sobre la fundación de Córdoba.

Dos páginas sobre Arte Colonial.

Nuestra Señora de Copacabana.

Tesoros del pasado (dedicado a la educación durante el período virreinal).

Los Lules.

En el país de los Juries; Gasta y Llacta en boca de sus aborígenes.

Primera exposición del Libro Primitivo Argentino.

Los Gobiernos provinciales y el Vicepatronato.

Antigua Biblioteca Jesuítica.

Segunda Imprenta de la Universidad de Córdoba.

Semblanza del coronel Agustín Olmedo.

Ensayos de Etnología Argentina. Onomástica indiana del Tucumán.

Córdoba del Tucumán prehispana y protohispana.

La conquista Espiritual del desierto.

Irradación del Colegio Máximo Jesuítico de Córdoba del Tucumán.

Cultura y Beneficencia durante la Colonia.

Estudios históricos y geográficos del Tucumán.

Tiempos y Campos heroicos.

Los aborígenes del país de Cuyo.

Primeras ciudades del Tucumán.

Sobremonte, ensayos tendientes a su rehabilitación.

Los Araucanos en territorio argentino.

Arquitectura colonial: civil y religiosa.

La Hermandad de Caridad.

Labor gubernativa de (Gerónimo Luis de) Cabrera. Fundador de Córdoba de la Nueva Andalucía.

Datos sobre Etnografía Diaguita.

Los descendientes de Juan de Garay. Un poco de Historia y Heráldica.

El Descubrimiento de América.

Confraternidad Hispano-Argentina.

Acción cultural y Humanitaria de la dominación española en América.

Toponomástica uruguaya, Paysandú.

Datos acerca de los Charruas.

Los Mercedarios en Tucumán.

El Famatina de Mateo Rozas de Oquendo (Poema perdido, escrito en 1593 y que fuera enviado por Cabrera junto a un documento al II Congreso de Historia y Geografía celebrado en Sevilla en 1921).

Estos son algunos de los textos donde monseñor Cabrera enaltece el pasado hispánico, refuta la Leyenda Negra, acompañado por los profundos estudios sobre los pueblos aborígenes que habitaron y en muchos casos habitan, nuestro territorio. Bien le cabe al erudito sacerdote y su obra y legado, aquella definición clara de S.S. Juan Pablo II quien en 1988 expresó: “La evangelización del Nuevo Mundo es la gesta más importante de toda la historia de la Iglesia”.

A su acendrado hispanismo y su amor por las culturas indígenas, Cabrera le sumo su condición de ser un criollo cabal, recorriendo los campos y estancias en su juventud disfrutó compartir el mate y los fogones con los paisanos a quienes les recitaba cada noche fragmentos del “Martín Fierro”, la obra nacional nacida de la pluma de José Hernández, “La Biblia Argentina”, como bien lo apunta Pablo Emilio Palermo en un colorido y magnífico artículo publicado recientemente en el diario “La Nación”, en el “Rincón Gaucho”, titulado con certeza “El Cura Gaucho que predicaba con el Martín Fierro”.

Monseñor Cabrera tuvo la oportunidad de viajar a Roma en ocasión de celebrarse las Bodas de Oro sacerdotales de S.S. León XIII en 1894, a quien conoció.

Cabrera fue contemporáneo de grandes personalidades argentinas, con muchas de las cuales se relacionó, tales como el presidente, escritor e historiador Bartolomé Mitre, Ramón J. Cárcano, al cual ya hemos mencionado, Samuel Lafone Quevedo, arqueólogo, etnógrafo y lingüista, Juan B. Ambrossetti, también etnógrafo, folclorista y naturalista, discípulo del gran naturalista argentino y contemporáneo a los citados que fue Eduardo Ladislao Holmberg, Roberto Levillier, diplomático y un estudioso de la cultura incaica, Ricardo Levene, el gran historiador de su tiempo, los hermanos Duncan y Emilio Wagner, arqueólogos, etnógrafos que investigaron la cultura chaco-santiagueña; Paul Groussac, literato y filólogo, quien al referirse a Cabrera expresó: “Que interesante resultan siempre los que hablan de lo que saben”, tal como lo menciona Furlong en su biografía. Todos los mencionados, más otros, formaron parte de una generación dorada de la Argentina en el campo del desarrollo

de las ciencias naturales, la historia, la arqueología, etnografía y la lingüista. Uno de los discípulos de monseñor Cabrera, quizás su fidelísimo continuador de su obra fue el Dr. Enrique Martínez Paz que presidió a la muerte del gran sacerdote e historiador, producida en 1936, el Instituto de Estudios Americanistas y el posterior Instituto de Arqueología, Lingüística y Folclore “Monseñor Pablo Cabrera”, creado en su memoria en 1941 en el seno de la Universidad Nacional de Córdoba.

Sean estas líneas un recuerdo y homenaje al olvidado monseñor Pablo Cabrera, un pionero de la historiografía argentina en demoler la sibilina y falsaria Leyenda Negra, que trabajo sin descanso en su larga vida en defender la verdad histórica y enaltecer lo que hoy podemos definir como la fusión de culturas que constituye esa obra de gigantes y que definimos al decir de Zacarías de Vizcarra y Ramiro de Maeztu, como la HISPANIDAD.

(*) Miembro de Número de la Academia Argentina de la Historia; Miembro de Número de la Academia de Artes y Ciencias de la Comunicación; Vicepresidente del Instituto Cultural Argentino Uruguayo.

Bibliografía:

-Furlong, Guillermo, S.J.; ”Monseñor Pablo Cabrera. Su Personalidad, Su Obra. Su Gloria”; Editorial Huarpes, Buenos Aires, 1945.

-Reyna Berrotarán, Denise; “En busca de la Historiografía Cordobesa…los primeros pasos de Monseñor Pablo Cabrera”; XIII Jornadas Inter escuelas/Departamentos de Historia. Departamento de Historia de la Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Catamarca; Catamarca, 2011.

-Palermo, Pablo Emilio; “El Cura Gaucho que predicaba con el Martín Fierro”, Rincón Gaucho, sección Campo, La Nación; Buenos Aires, noviembre 2023

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