Por emoción, competitividad, organización y exuberancia, el Mundial de Qatar se avizora como uno de los mejores de la historia. Pero por siempre estará signado por la mancha negra de la corrupción. El Mundial de rugby de Francia 2023 se encamina a un destino similar. A 10 meses del partido inaugural, está llamado a ser el más espectacular dentro y fuera de la cancha. La condena a dos años de prisión por hechos de corrupción al presidente de la Federación Francesa de Rugby y vicepresidente de World Rugby Bernard Laporte salpican a un certamen que estuvo teñido de sospechas desde su génesis.
El martes, Laporte fue condenado a dos años de prisión, a pagar una multa de 75.000 euros y recibió la prohibición a ejercer cargos relacionados con el rugby por dos años por parte de la justicia de Francia por conflicto ilegal de intereses, tráfico de influencias y cuatro instancias de corrupción pasiva, una de los cuales involucra un contrato recíproco con el empresario Mohed Altrad para Francia 2023.
La pena quedó en suspenso, ya que resta la instancia de apelación. Igualmente, Laporte renunció a su puesto en World Rugby, que puso en marcha una investigación independiente, y recibió pedidos para que deje su cargo al mando de la Federación Francesa por parte del ministerio de Deportes de su país y de la Liga Nacional de Rugby.
También fueron condenados Mohed Altrad, empresario y presidente del club Montpellier, campeón vigente de la Liga Francesa (18 meses de prisión y 50.000 euros por corrupción activa, tráfico de influencias y uso indebido de los activos de la empresa), y Claude Aitcher, exdirector ejecutivo del comité organizador de Francia 2023 (5000 euros por trabajo no declarado).