El vicepresidente de Boca, Juan Román Riquelme, está ante el desafío más grande de su corta carrera como dirigente del club, tras la derrota del equipo “xeneize” en la final de la Copa Libertadores 2023 ante el Fluminense, el pasado sábado en Río de Janeiro.
El máximo ídolo de la historia boquense irá por la reelección al frente del fútbol en los comicios de diciembre próximo, aunque todavía no está decidido si repetirá fórmula con el actual presidente, Jorge Amor Ameal, o irá con Ricardo Rosica. Igualmente, el apellido que suma votos en el oficialismo es el de Riquelme, quien en su primera aparición pública tras el match en el Maracaná admitió este lunes que “todo el mundo en el club está dolido por la final perdida”.
Sin embargo, rápidamente pero destacó que estos “cuatro años de gestión fueron una maravilla”, plantándose de cara al desafío de volver a enfrentar al macrismo en las urnas, como cuando lo desplazó hace cuatro años.
Pero ahora, Román irá contra Andrés Ibarra -que coquetea con la posibilidad de que el mismísimo expresidente de la nación (y del club, claro está) Mauricio Macri lo acompañe en la boleta- con el peso de una final perdida, situación a la inversa de aquellas elecciones 2019, cuando Boca acumulaba la caída en Madrid ante River y luego otra eliminación en semis también contra el equipo de Marcelo Gallardo como verdugo.
“Debemos felicitar a Fluminense, que se quedó con la Copa, y estamos muy agradecidos con los jugadores y el cuerpo técnico, que decidió alejarse por decisión propia y le deseamos lo mejor en su camino”, inició su sorpresiva conferencia de prensa Riquelme en relación con Jorge Almirón, a quien deberá reemplazar con un nombre del agrado de los socios para asegurarse un triunfo eleccionario.
Ese es el mayor desafío de Riquelme. Aunque ahora el cuerpo técnico interino estará encabezado por Mariano Herrón, Román debe convencer al socio con un entrenador que pueda enamorar con su equipo también al hincha, algo que desde el banco no lograron ni Miguel Russo, Ni Sebastián Battaglia, ni Hugo Ibarra (aunque todos consiguieron títulos locales en la gestión Riquelme). menos que menos Almirón, que fue el único que no aportó copas a las pobladas vitrinas de Brandsen 805.
“Si nosotros somos el club más grande de Sudamérica es por culpa de nuestros hinchas. Nosotros llevamos cuatro años en el club y en cada partido de local la Bombonera volvió a ser una fiesta. Que tenemos que mejorar, claro que sí, pero llevamos cuatro años que fueron una maravilla”, expresó el vicetitular “xeneize”.